viernes, 28 de mayo de 2010

El Barroco: Voz, belleza musical

“La música nació como una necesidad del hombre para unir la parte humana con la parte cósmica, es el primer indicio que tiene el hombre para poder expresar lo que siente”
Ya a principios del s. XVII era frecuente hallar los llamados falsetti o falsetistas en los coros religiosos. No eran castrados sino varones cuya voz había sido educada para cantar en tonos agudos, llamados "de cabeza". Los cantantes de la Edad Media ya conocían la voz de pecho, la voz de garganta y la voz de cabeza, así como los adornos del canto tales: crispatio, trepidatio, reverberatio, virulae, tremulae, copula, hocheti o notas picadas (el pichettato actual). Había refranes dando consejos higiénicos para los cantantes como "Mujer, vino, manzana y nuez son dañinos para la voz" y en general se recomendaba la sobriedad. Algunos se alimentaban sobre todo de legumbres por lo que se les llamó "fabari" (comedores de habas).
Cuando el primer castrado, del que tenemos noticia fue contratado para cantar en la Capilla Sixtina de Roma (el P. Gerolamo Rosini da Perugia), los falsetistas que formaban parte del coro, no quisieron cantar con él.
La conservación de la voz infantil aguda, como soprano o contralto, se mantenía hasta la edad adulta bien fuera por la educación de la voz sin castrar (falsetistas) o por medio de la castración en la infancia antes de llegar al cambio de voz de la pubertad, con lo cual la laringe no se modificaba y conservaba la voz de timbre agudo. En ambos casos la educación de la voz requería largos años de estudio y sacrificios, a las órdenes de un maestro del canto, para obtener una especial dulzura del timbre de voz y el fiato larguísimo. El paso de la voz de pecho a la de falsete, requería mucho estudio y dedicación. La castración infantil con estos fines estuvo siempre prohibida por la ley, pero hubo tal tolerancia que se calcula que más de 4.000 niños fueron castrados en Italia durante el s. XVIII, especialmente cuando el melodrama italiano se enriqueció con estas voces, algunas de las cuales fueron mundialmente famosas como veremos más adelante y a las cuales dedicaremos en especial un capítulo.
Los padres no dudaban en sacrificar la fertilidad de sus hijos casi siempre procedentes de familias muy humildes, pensando que así les proporcionarían un excelente porvenir ya que los "castrados" a los que se educaba la voz eran muy bien pagados y amasaban grandes fortunas. Como también se enriquecieron algunos médicos que se dedicaron a practicar las intervenciones quirúrgicas necesarias para la eviración.
Fue realmente una época de gran virtuosismo en el llamado "bel canto". La razón principal para la fabricación de voces blancas en varones por medio de la castración fue la prohibición de los Papas de que las mujeres cantasen en los coros de las iglesias y en los teatros de los Estados Papales. Los Papas se basaban para ordenar esta prohibición en una errónea interpretación de un pasaje de la I Epístola de San Pablo a los Corintios (14: 34-36) en la que dice:
"Como en todas las Iglesias de los Santos, las mujeres cállense en las Asambleas, que no les está permitido tomar la palabra, antes bien estén sumisas como también la Ley lo dice. Si quieren aprender algo, pregúntenselo a sus propios maridos en casa, pues es indecoroso que la mujer hable en la Asamblea". Corintios (14: 34-36)